201601.21
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DATOS BIOMÉTRICOS, PRIVACIDAD Y DATOS PERSONALES

La mayoría de nosotros habremos visto la película Minority Report, de Steven Spielberg y Tom Cruise, en la que el escaneo de ojos es una práctica habitual tanto en la publicidad personalizada como en labores de control. La policía del futuro usa unas simpáticas arañitas robóticas que escanean los ojos de las personas para comprobar su identidad. Huyendo de la policía, Tom Cruise contacta con un cirujano ilegal que le implanta unos ojos nuevos. En esta escena, para sorpresa del protagonista, al entrar en una tienda de ropa sus nuevos ojos son escaneados automáticamente y un holograma le reconoce como el Sr. Yakamoto y le pregunta si está satisfecho con la última compra que había realizado en ese establecimiento. Un clarísimo ejemplo de las repercusiones del uso de datos biométricos en la privacidad y los datos personales.

La biometría, un término que proviene del griego bio (vida) y metron (medida), se dedica a desarrollar técnicas que permitan medir y analizar una serie de parámetros físicos que son únicos en cada persona para poder comprobar su identidad. Los datos biométricos no son una novedad ni mucho menos. El DNIe español, sin ir más lejos, contiene datos bimétricos, concretamente información sobre las huellas dactilares, contenidas en el ‘chip’ de la propia tarjeta.

Desde hace mucho tiempo el dato biométrico estrella ha sido la huella dactilar. Ha sido usada únicamente como medio de identificación del individuo por las autoridades, pero hoy en día la tecnología permite usar esa huella dactilar de forma diferente, por ejemplo para entrar a unas instalaciones o activar algún objeto. Los avances tecnológicos ponen en juego muchos otros datos biométricos que antes no estaban disponibles: los ojos (iris o córnea), la voz, el patrón facial, las líneas de la mano e incluso el reconocimiento vascular o el ritmo cardíaco.

La abundancia de situaciones en las que tenemos que identificarnos mediante una contraseña (software, sitios web, etc…) que puede ser robada mediante diversos métodos hace que los nuevos datos biométricos, únicos para cada individuo y a priori más seguros, tengan una enorme proyección en el futuro. Sin embargo el uso de estos datos tiene un problema importante: si de alguna forma son comprometidos o “robados” no pueden volver a utilizarse, ya que por ejemplo el iris no puede cambiarse como una contraseña, de ahí que las medida que se tomen para proteger estos datos biométricos, tanto procedimentales como legales, serán de crucial importancia.

Este tal vez sea uno de los futuros del DPD o Data Privacy Day.

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